miércoles, 17 de febrero de 2016

UNA CABRA MUY SALVAJE (Parte II).

El viaje hasta Huesca ha sido un lujazo, eso si, acompañados de la lluvia durante los más de 400kms que nos separan del destino.

En el trayecto comimos en dónde para mi, y para casi todos los que transitamos la A2 un día de caza, es el lugar apropiado, el “103”. Lugar este muy cazador y dónde degustamos un lechazo impresionante además de otros exquisitos entrantes. La charla de caza (dónde cazamos lo que no está escrito) ameniza el viaje. Escuchar a Julio y a Fran,  dos cazadores increíbles que saben de caza y además saben de cazar,(que no es lo mismo) es todo un espectáculo.

Llegamos a Huesca a eso de las 20h. Nos hospedamos en el Abba Hotel, un buen sitio. Hicimos el Check-in y nos fuimos a buscar un sitio para cenar. Antes de esto visita a la Armería Guara para saludar a su dueño, amigo de Fran y conocer y mostrar nuestro apoyo a Mel Capitán por las amenazas y acoso recibido por los “animalistos” y “ecolojetas”.

Tomamos algo con ellos, hablando de cabras y de las apasionantes batidas de jabalí que realizan en aquella zona y que precisamente por la mañana iban a asistir a una de estas batidas.

Luego cenamos y a descansar al Hotel.

(En el silencio de la noche se escuchaban las plegarias para que el tiempo nos dejara recechar).

A la mañana siguiente y contra todo pronóstico, amanece un día precioso. ¿Serían los rezos?.

Después de un desayuno muy rico en una Pastelería/Cafetería de Huesca, nos viene a recoger Fernando con  Raúl el guarda.

Ponemos rumbo a Bierge que está a unos 50Kms y que tras dejar la autovía se vuelve una carretera de las que te hacen soñar con lo que va a suceder después…

Rodeamos la zona de los barrancos que sería el cazadero de hoy. Nos asomamos en un punto estratégico desde donde puedes llegar a ver a muchos cientos de metros. La zona como os conté en la primera parte de este relato es increíble. Desde aquí y a unos 650m vemos un grupo de Cabras que se les puede hacer una entrada.

Y así fue, decidimos entrar por un costado del barranco. La zona es impactante, las rocas son muy peligrosas debido a la cantidad de agua que ha caído la noche anterior y varios días atrás y andar por allí se hace una tarea complicada. Después de una larga travesía nos sorprenden las cabras a nosotros antes de lo previsto. El aire a hecho un trabajo proporcional a nuestro esfuerzo, dejándonos avanzar sin problema por el barranco. Si la idea era llegar al menos hasta unos 120-150 metros de los machos, ahora estábamos a escasos 80.

Los animales están desconfiados, comen y levantan la cabeza casi al mismo tiempo. No paran quietos, en zig-zag unos con otros se entretienen en comer y observar. Están en un claro, es como un pasillo de unos 3 metros de piedras y tierra húmeda. No hacen el más mínimo ruido…

Atrás quedan Fernando, Julio y Fran.

Avanzamos unos metros Raúl y Yo. Nuestros movimientos son a cámara lenta, Raúl delante de mi coloca el trípode y se aparta.

Es mi momento, las piedras no me dejan acoplar mis botas, pero yo tengo la mirada fija en un animal, un macho imponente se alza sobre todos los demás, Raúl y yo nos miramos, no hace falta hablar, ese sería mi objetivo.

Apoyo el rifle en el trípode y observo con detenimiento. Intento acoplar el pie izquierdo y toco la pata del trípode, este a su vez golpea una pequeña piedra que rueda hacia las cabras…

Los animales levantan la cabeza como un ejercicio de sincronización y miran hacia nosotros, se ha hecho un silencio aterrador. Pero antes de que puedan tomar una decisión que sería sin duda la acertada, deslizo el dedo sobre el gatillo. Tras el estruendo es inmediato de nuevo el silencio, la tragedia de la muerte le ha sobrevenido al imponente macho.
  
El  guarda ha pegado un grito que no se que a dicho pero la alegría era notable. El animal no a hecho ningún movimiento más allá de caer fulminado. No se ha enterado de nada. El resto de animales desapareció antes de que pudiera levantar la cabeza del visor. Los compañeros se aproximan para abrazarnos entre todos. Mi mirada sigue fija aún en el animal que yace en la piedra mojada. El abrazo de Fran deja ver lo emocionado que estoy.


Nos acercamos y el macho es tan impresionante como parecía. El impacto de la bala ha sido bastante preciso, dada la distancia (80m)  era complicado no colocarlo en su sitio, justo en corazón.

 Lo acaricio, tiene un pelo maravilloso y bastante canoso en la segunda capa, su gran barba de casi 11 años de da un aspecto rudo y noble. La cuerna marca la diferencia, con chasquidos de 100 batallas ganadas que aún resuenan en los barrancos… de la gran Sierra de Guara.    FIN




Por: Raul Blazquez.
        @BlazquezV8

 El Mani y Raul Blazquez

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